Poesía escondida en el corazón de Julio Aguilera
- Vivian Nij
- 5 sept 2018
- 3 Min. de lectura
Alguna vez escuché que la poesía, como toda expresión del alma, es liberación. Para el poeta guatemalteco Julio Fausto Aguilera, más que liberación, es una amiga que lo ha acompañado a lo largo de su vida y desde hace 74 años que comenzó a escribir poemas, no ha pasado ni un día alejado de ella.
La inspiración puede llegar de muchas maneras a la vida de una persona y a la de Julio llegó de la manera que menos esperó. En 1944 –con solo 16 años– fue testigo de la Revolución del 20 de octubre, fecha que puso fin a toda una época de dictaduras, pero que al mismo tiempo marcó el inicio de su pasión por la escritura.

“La Patria que yo ansío” fue uno de los tantos poemas que resultó desde entonces, pero este ha sido su favorito hasta la fecha.

Conforme pasaron los años, Julio se interesó por temas como la condición humana, las situaciones que golpean al hombre de ayer y de hoy, por los vejámenes que sufren los marginados y por la naturaleza.
Hasta que conoció el amor a los 48 años.
“Mi corta vida amorosa fue bastante irónica, porque no correspondí a las mujeres que me amaron, y la que yo más amé, se fue muy rápido”. Su nombre era Vidalia y fueron novios por ocho años, hasta que ella falleció de cáncer a los 25 –en 1984– cuando el escritor tenía 56. Para entonces, ya su padre, madre y hermano también habían fallecido, por lo que Julio comenzó a escribir sobre la muerte y publicó el libro “Mi buena amiga muerte y otros poemas vivos”.
A pesar de estas situaciones que llegaban a su vida, siempre encontró en la escritura una luz que guiaba su camino. Desde entonces, la tinta y el papel nunca volvieron a faltar en su día a día.
Esa dedicación tuvo su recompensa en el 2002 –a sus 74 años– cuando Julio fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias. Este es considerado el máximo ofrecido por el Estado de Guatemala a un escritor o escritora, como reconocimiento a la obra de toda su vida.

Así, con sabiduría y experiencias adquiridas a lo largo de su vida, Julio ha publicado trece poemarios durante toda su carrera y hoy, con 90 años, aún continúa escribiendo. Su obra más reciente la publicó en el 2015 y la tituló “Poemas de mis 85 años”, una compilación de textos escritos desde el 2013.
Aunque a lo largo de su vida su inspiración para escribir vino de experiencias vividas, su patria, el amor y las injusticias sociales, las cosas han cambiado para Julio en los últimos años. Actualmente vive en un hogar de ancianos en la zona 1 de la Ciudad de Guatemala, por lo que ya no puede experimentar muchas cosas que antes sí podía. Pero esto no le ha impedido que continúe plasmando sus recuerdos en los versos de sus poemas.
Su sobrina, Anabella Campos, comenta que a él veces suele despertarse de madrugada y, sin poder conciliar de nuevo el sueño, empieza a formar nuevos poemas en su mente. Ahora ya no puede escribirlos debido a un problema en sus manos, pero cuando ella lo visita, se los dicta y los escribe por él.
“Me rehúso a dejarla”, expresa Julio con pesar, pero al mismo tiempo con firmeza, en su tono de voz. Sin duda alguna la poesía también se rehúsa a dejarlo a él.
Tal vez ya no podrá experimentar como antes el mundo real, pero esto para Julio es lo de menos. El único mundo que él necesita viene de su interior y este es tan grande que necesitaría otros 90 años para plasmar todo lo que viene de él.
Si proyectaras tu vida de acá a 90 años, ¿qué estarías haciendo? ¿Te ves realizando todavía lo que más te apasiona? Ciertamente Julio Aguilera es un gran ejemplo de que si algo realmente te gusta, no importa qué edad tengas para realizarlo.

El Premio Nacional Miguel Ángel Asturias ha sido entregado a diferentes escritores desde 1988, por lo que hasta el año pasado 29 han sido galardonadas en total, siendo Julio Fausto el número 15.
Su padre, José Luis, fue un jalapaneco, quien además de músico era zapatero. Él le enseñó lo que significa el trabajo duro y que con muy poco se puede llegar a ser muy feliz. Por eso, Julio condena también a los seres “deshumanizados” y a la avaricia.
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